MASACRE DE NAPALPÍ Desde DDHH de la Nación acompañan a las comunidades QOM y MOQOIT

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Así lo hizo saber el Secretario de DDHH de la Nación, Horacio Pietragalla Corti.

«En vísperas del inicio del juicio por la Masacre de Napalpí de 1924 como crimen de lesa humanidad, acompañamos el emotivo acto que se llevó adelante en el lugar en el que se emplaza el Memorial» dijo Pietragalla.

Durante el encuentro, se realizó el izamiento de la bandera Moqoit y un sentido homenaje a Juan Chico, historiador e impulsor de la investigación sobre la Masacre y la Fundacion Napalpí, quien falleció por covid-19 en 2021.
Además, se realizaron actividades artísticas como una danza típica, a cargo de niños y niñas Qom y el coro Qom Chelaalapí compartió su música.
Estuvieron presentes integrantes de las comunidades Qom y Moqoit, el director de Gestión de Casos de Violencia Institucional de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación Emiliano Quinteros, el gobernador de Chaco Jorge Milton Capitanich, la vicegobernadora Analia Rach Quiroga, la secretaria de DDHH y Géneros María Silviana Pérez, la subsecretaria de DDHH Nayla Bosch, el intendente de Machagai Juan Manuel García, y otras autoridades locales, provinciales y nacionales.
NAPALPÍ, LA HERIDA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
“Previamente a la masacre en Napalpí los aborígenes se amontonaban para el reclamo. Les pagaban muy poco en el obraje, por los postes, por la leña y por la cosecha de algodón. No le daban plata. Sólo mercadería para la olla grande donde todos comían. Por eso se reunieron y reclamaron a los administradores y a los patrones. Y se enojaron los administradores y el Gobernador.” Melitona Enrique. Sobreviviente de la masacre de Napalpí.

E l 19 de julio de 1924 ocurrió en el entonces Territorio Nacional de Chaco, la masacre de Napalpí, la matanza de cientos de personas de los pueblos originarios qom y moqoit a manos de la policía chaqueña y grupos paramilitares de los estancieros regionales[1].

Ese año, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, el gobernador del Territorio Nacional del Chaco, Fernando Centeno, prohibió a la comunidad de Napalpí, formada en su mayoría miembros de los pueblos originarios qom y moqoit, emigrar más allá de sus límites territoriales. La zona era una gran productora de algodón, pero en sus rancherías o estancias agrícolas se hacía trabajar a los indígenas en condiciones de esclavitud. Como mecanismo de defensa, el colectivo originario se declaró en huelga, y organizó una marcha hacia los ingenios azucareros de Salta y Jujuy. A los algodoneros, y Centeno, no les convenía está manifestación, y no pretendían permitir el crecimiento de esta lucha que, a la larga, podía implicar la pérdida de mano de obra.

En reducción aborigen en Napalpí ―nombre que se daba en la Argentina de entonces a las zonas donde se confinaba a los pueblos originarios― se agravó el malestar prevaleciente. Las condiciones de higiene y alimentación eran pésimas, y a ellas se sumaba el trabajo forzado y la represión constante de los indígenas[2]. Nada extraño o injusto había en las dignas peticiones de la comunidad sometida ―mejores condiciones de vida y, sobre todo, un mejor trato por parte las autoridades―, pero se enfrentaba al racismo y clasismo de una sociedad con arraigo colonial.

Así, a partir de estas protestas la prensa mostró su complicidad con el Estado con artículos donde se difamaba y denigraba la rebelión, y a los líderes de los pueblos qom y moqoit. El discurso del “salvaje” volvió a presentarse en el imaginario social, justificando el accionar represivo en defensa de los chaqueños, de los colonos y dueños de las plantaciones[3]. La prensa local, y la de Buenos Aires, se plagó de discurso xenófobos mientras se preparaba el terreno para la masacre.

El 19 de julio de 1924, un avión biplano Curtiss JN-90 sobrevoló la zona arrojando comida y caramelos[4]: cuando los indígenas salieron a recogerlos, un centenar de policías chaqueños y colonos terratenientes dispararon y remataron con machetes a familias enteras por haberse negado a seguir trabajando el algodón a cambio de algo de ropa y vales que no podían convertirse en dinero[5]. Masacraron a centenares, las cifras varían de 400 a 700. Se descargaron más de 5 000 balas. A los hombres se les mutiló, o se les decapitó, a veces para colgar luego su cuerpo degollado, o se les empaló. A quienes lograron huir se les persiguió por la serranía, no se pretendía dejar testigos. Sólo lograron sobrevivir cerca de cuarenta niños, y unos quince adultos. Los cadáveres masacrados fueron enterrados en fosas comunes[6].

En septiembre de ese año, el tema llegó a la Cámara de Diputados. La discusión duró un mes, una sesión por semana. En una de ellas, el diputado socialista Francisco Pérez Leirós denunció que la cacería de indígenas duró varios días, pues al parecer los criminales se habían propuesto “eliminar a todos los presentes en la carnicería del 19 de julio para que no pudieran servir de testigos” [7]. En canto al poder judicial, habló de sublevación: así aparece en la carátula del expediente n° 910/24 que se abrió en el juzgado federal de Resistencia, la ciudad más cercana: Sublevación indígena en la Reducción de Napalpí. El contenido de este documento es una investigación realizada al poco tiempo y de prisa, donde sólo está la versión policial de lo ocurrido. Impera en ella la mentira alrededor de una serie de acciones de bandidaje, abigeato, ataques a colonos de la zona, enfrentamientos con la policía, y demás, por parte de la comunidad de Napalpí. Todo con el fin de justificar, sin permitir alternativa, las acciones de policías y civiles[8].

Los culpables de la masacre jamás pensaron que algún testigo se atreviera a hablar, pero sucedió. Noventa y cinco años más tarde, una mujer ha narrado los hechos. Su nombre, Rosa Grillo, centenaria; se salvó con su madre, pero vio morir a su padre. La encontró Juan Chico: historiador nacido en Napalpí, y creador de la Fundación Napalpí, ha seguido por años las huellas del exterminio. Desde 2014 la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía federal de Chaco investiga la masacre como crimen de lesa humanidad, bajo el fiscal Diego Vigay. En este contexto, Rosa Grillo puede ser la persona que logre, finalmente, ayude a sacar del olvido a la masacre del 19 de julio de 1924, encaminado el caso por la vía de la rendición de cuentas por parte del Estado, la verdad, la justicia y la reparación para su pueblo[9].

[1] https://www.pagina12.com.ar/241419-masacre-de-napalpi-el -testimonio-de-una-mujer-de-90-años-clave/
[2] revistas.untref.edu.ar › reg › article ›
[3] revistas.untref.edu.ar › reg › article ›
[4] https://www.redaccion.com.ar/napalpi-la-masacre-de-indigenas-por-las-que-el-estado-argentino.debe-rendir-cuentas/
[5] http://www.archivoinfojus.gob.ar/provinciales/tiene-107-anos-sobrevivio-a-dos-masacres-y-declaro-en-la-justicia-1911.html
[6] https://lmdiario.com.ar/contenido/164515/napalpi-una-masacre-a-la-espera-de-justicia
[7] revistas.untref.edu.ar › reg › article ›
[8] https://www.infobae.com/historia/2017/07/16/la-masacre-de-napalpi-una-matanza-que-cumple-93-anos-de-impunidad/
[9] https://www.redacción.com.ar/napalpi-la-masacre-de-indigenas-por-las-que-el-estado-argentino-debe-rendir-cuentas/


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