«DENUNCIAMOS LA INTENCIÓN DE DESMANTELAR EL ESTADO» El comunicado de ATE advierte sobre los problemas actuales que enfrentan los trabajadores y las trabajadoras

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En nombre de nuestras organizaciones, representativas de los trabajadores del Estado en todos sus niveles, nacionales, provinciales y municipales, manifestamos nuestro rechazo y denunciamos la intención de desmantelar el Estado nacional.

Si bien en otras épocas sufrimos intentos de reducirlo al máximo, especialmente en su aspecto regulador o de intervención en la economía o su actividad empresarial, por primera vez, nos encontramos ante una concepción ideológica que lejos de pretender acotarlo a roles de seguridad, salud y educación, imagina su eliminación absoluta, lo define como “una organización criminal” y afirma buscar una sociedad humana previa al siglo XVIII, sin Estados nacionales, librada al enfrentamiento que anunciaba Thomas Hobbes, pero pretendiendo que la victoria sea de los empresarios y monopolios a los que define como “Los nuevos héroes”.

Si durante los aciagos días de la pandemia de Covid 19, pensamos que una crisis de esas dimensiones iba a poner fin a la tradicional dicotomía “Liberal-Estatista”, demostrando que solo una organización estatal eficaz y eficiente podía dar respuesta a desafíos del mundo contemporáneo, como la igualdad ante la ley, el acceso a la salud, la educación, la seguridad, condiciones de trabajo dignas, acceso igualitario a la seguridad social, etc, dejando abierto el debate de cómo debía llegarse a lograr la eficiencia en el manejo de los recursos y la eficacia en las políticas públicas; el fracaso de la dirigencia política en cumplir el apotegma de “Con la democracia se come, se educa y se cura”, permitió el acceso al gobierno de una fuerza política que supo expresar la frustración, la rabia y la decepción de gran parte del pueblo argentino.

 

Sin embargo, a poco de haber comenzado a gobernar está muy claro que el costo del ajuste no lo paga “La casta política” (que en gran medida forma parte del gobierno) sino el pueblo en su conjunto, más de tres millones de nuevos pobres en tres meses, una recesión brutal en toda la vida productiva del país, salarios y jubilaciones en caída libre, tarifas impagables y que dejan a gran parte de la población en la “miseria energética” como le llaman en otros países, por si fuera poco, los logros que pretende exhibir, como el equilibrio fiscal, nace del no pago de sus obligaciones, no de ahorro genuino, y la disminución de la inflación se basa en la caída brutal del consumo y de la recesión y no de políticas económicas virtuosas.

La cacería humana desatada contra nuestros compañeros, los mismos que eran aplaudidos en la pandemia por su acción sanitaria, repatriación de argentinos del exterior, diseño de los barbijos que usaba gran parte de la población, de la vacuna nacional contra el Covid, y tantas otras realidades, simplemente busca desmantelar la presencia del Estado y abrir las puertas a una guerra de pobres contra pobres, de viejos excluidos contra nuevos desplazados, de trabajadores registrados contra los que no lo están.

Nadie niega que era imprescindible una re-ingeniería del aparato estatal, cumplir con las normas laborales y los convenios colectivos, abandonar los contratos precarios, combatir el clientelismo y la corrupción, ningún trabajador estatal quiere un Estado sobre dimensionado o impotente, pero los culpables de esos vicios e incumplimientos no hay que buscarlos entre los trabajadores, sino entre quienes ocuparon y ocupan cargos de representación política, algunos de los cuales son continuidad de gestiones anteriores.

Pero además se agrega un nivel de crueldad, de inhumanidad que asombra, antes nos decían que era doloroso despedir trabajadores pero era necesario para garantizar “el déficit fiscal” y otras yerbas, hoy no sólo se despide padres y madres de familia, profesionales de alta formación, discapacitados, hombres y mujeres que, aún con bajos salarios, han estado siempre al servicio del pueblo argentino, sino que disfrutan con ello, gozan con eso, exhibiendo una patología que asusta, al punto que se anuncian muchos más despidos, celebrándolo.

No lo van a lograr, en medio del dolor, la angustia diaria de ver a quiénes les llega la carta documento, le dan de baja su acceso al GEDE (Gestión Electrónica de Expedientes) o le bloquean el ingreso, los trabajadores estamos organizados, sabemos que nunca nadie nos regaló nada, que todo lo obtuvimos con organización, con lucha y con inteligencia, y lo haremos de nuevo.

Las organizaciones sindicales podemos tener diferencias de pensamiento o de metodología, pero tenemos una sola razón de ser: Defender inclaudicablemente los derechos a un trabajo digno, a un salario justo y a una carrera, todo ello en miras a un Estado fuerte, democrático y transformador.


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