Sus principales medios de supervivencia ancestral son arrasados por las empresas forestales y agrícolas que operan en zonas aledañas a la ciudad de Tartagal en la provincia norteña.
El Cacique Juan de Dios López, comentó a la prensa local sobre la huerta comunitaria con la que se auto abastecen de alimentos orgánicos, además de aquello que utilizan del monte circundante, siguiendo sabiamente los ciclos vitales del ecosistema con el que componen su hábitat.
Los desmontes ilegales asedian a los pueblos originarios desde los 90’s y con el avance de las fronteras agroexportadoras, los problemas se fueron agravando en los territorios indígenas.
Tal como sucede en Territorios Originarios Wichí desde el 2017 con depredación del monte nativo, al punto de estar actualmente rodeados por las empresas de soja y madereros.
Razón suficiente para que la Comunidad decida resistir a través de acciones jurídicas y comunicacionales que visibilizan esta realidad acuciante para los salteños y salteñas que viven alejados de la capital.
Juan Dios López en su carácter de cacique, ha realizado varias de las denuncias policiales en el 2017 y presentaciones ante la Fiscalía Penal del distrito norte, cuando toma intervención la Secretaría de Ambiente que constató las maniobras de impacto ambiental directo como la tala del bosque nativo, consecuentemente, elaboró un acta de lo observado durante esa visita oficial en el territorio.
El documento de la inspección N° 042-000942 realizada por la Secretaría de Ambiente el 6 de septiembre de 2018 plasmó: “la Policia Rural y Ambiental N°4 de la localidad de Tartagal, habiendo constatado la existencia de ejemplares cortados de cébil y palo blanco en las coordenadas geográficas referidas”. De este modo, se pudo verificar la existencia de tala en el territorio comunitario.
La comunidad fue relevada por el Equipo Técnico Territorial previsto por la Ley de Ordenamiento Territorial 26.160 en diciembre de 2016, a fin de reconocer sus territorios comunitarios. Finalmente, luego de una larga espera, el 10 de marzo de 2021, técnicos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas hicieron entrega de la carpeta técnica territorial, mediante la resolución 2019/58, que reconoce 593 hectáreas de posesión comunitaria correspondiente al uso tradicional, actual y publico del territorio.
La mencionada resolución resuelta por el INAI, establece que “se reconoce la ubicación actual, tradicional y pública, de la comunidad Territorios Originarios Wichi, perteneciente al pueblo Wichi, ubicada en el departamento San Martín, provincia de Salta, respecto de la superficie georeferenciada”.
Apoyos institucionales a la comunidad wichí
Ante la lucha encarada, la organización ARETEDE y el equipo de apoyo técnico de dicho colectivo, inició un proceso de litigio judicial contra el desmonte, el cual el 30 de diciembre de 2019 arrojó su primer resultado positivo: la medida cautelar de prohibición de innovar.
Esta medida tomada por el Juzgado en lo Civil y Comercial N° 1 de Tartagal, establece “hacer lugar a la medida cautelar, y, en consecuencia, ordenar, previa caución personal, la prohibición de innovar, debiendo los demandados y/o a quienes estuvieran realizando los actos turbatorios, suspender la ejecución de los mismos, y de todas aquellas actividades, acciones que alteren o modifiquen la situación de hecho en el territorio”.
Asimismo, se deja sentado que los actos turbatorios denunciados consisten en la “tala del bosque nativo, colocación de alambrado, ingreso de ganado vacuno”.
A pesar de todas estas medidas y denuncias realizadas, la situación en el monte no ha mejorado. En el año 2020, una comunidad que se asienta en las 593 hectáreas reconocidas se vio amenazada por una empresa sojera, la cual busca instalarse en el mismo territorio.
Este año, la comunidad Territorios Originarios se enfrenta nuevamente a la tala del monte y al ingreso de camiones que se llevan gran cantidad de especies consideradas invaluables para la comunidad, puesto que los árboles, animales y demás componentes del monte, son para ellos integrantes de sus vidas como comunidad wichi.
Es decir, que no son un ente inanimado, todo lo contrario, son seres con los que comparten la vida y que tienen una existencia más allá de la separación entre naturaleza/cultura.
Debido a la resistencia que la comunidad y el equipo de acompañamiento oponen a la depredación del monte, tanto los integrantes de la comunidad como una compañera antropóloga han sido amenazados por diferentes personas cercanas a los emprendimientos madereros y sojeros. Estos hechos han sido denunciados también ante la policía.
La tala indiscriminada y el perjuicio ocasionado en la comunidad puede resumirse en los siguientes aspectos:
1- En la consecuencia directa sobre la producción comunitaria y actividades tradicionales, para las que el monte es elemental en función de la continuidad de los mismos. Teniendo en cuenta la intensidad de la actividad maderera, la comunidad se ha dedicado a tareas de reforestación, pero cada vez más talan arboles pequeños que la misma comunidad ha sembrado.
2- Por la importancia cultural y simbólica de los alimentos del monte que impactan en la reproducción socio- organizativa del pueblo Wichi.
3- Por el acceso al conocimiento de medicina tradicional, asociado a antiguos conocimientos de los Wichi.
4- La presencia del monte resulta fundamental para la producción de oxígeno en zona de alta producción de monocultivos, así como para impedir los movimientos de suelos y las inundaciones que se verifican cada vez con más intensidad en la ruta 86.
5- Finalmente los miembros de la comunidad sufrieron grandes padecimientos espirituales al ver que extraños habían ingresado a sus tierras con motosierras, tractores y camiones, a destruir sus árboles, arbustos, campos de cultivo, modificando definitivamente el paisaje natural y tradicional en los que sus ellos y sus abuelos crecieron y se desarrollaron de acuerdo a sus propias pautas culturales.
6- Los ancianos, niños y niñas, jóvenes y adultos de la comunidad sufrieron los efectos del accionar ilícito, que se tradujo en angustias, tristeza, impotencia, y sentimientos de humillación y avasallamiento de su cultura.
Fuente: FM Comunitaria La Voz Indígena