«MILEI, CON LOS CHICOS Y LAS CHICAS NO TE METAS» Laura Velasco "Una Argentina atrasada y profundamente desigual es la que quieren estos personajes nefastos"

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Para quienes estudiamos, trabajamos, y llevamos a nuestros hijos a la escuela pública en la Ciudad de Buenos Aires, algo de esta cantinela de “La libertad avanza” con la educación nos suena bastante a una canción vieja remixada.

Durante los ocho años de gobiernos del Pro en la Ciudad el presupuesto educativo bajó diez puntos, y se aumentaron las transferencias estatales a la educación privada que pasó a ser más del 50% de la matrícula. Este desfinanciamiento a la educación pública significó la exclusión del acceso a las vacantes en educación inicial y de la terminalidad educativa secundaria a estudiantes de los sectores más pobres, porque el mercado tiende a consolidar y agrandar las brechas de desigualdad. Otra de las consecuencias más visibles del desfinanciamiento de la educación pública es la caída de la calidad educativa, ya que en la Ciudad no sólo hubo menos plata para educación sino también menos ideas. La carencia de proyecto pedagógico se ocupó con un ataque permanente a la tradición argentina de una escuela pública de excelencia y al ideario progresista de la igualdad de oportunidades.

Soledad Acuña llevó adelante su cruzada para cerrar los prestigiosos institutos de formación docente, inició una caza de brujas promoviendo denuncias contra las y los docentes que abrieran debates sobre derechos humanos con la desaparición de Santiago Maldonado, prohibió el uso de algunas modalidades del lenguaje inclusivo como la x, e. @, para dar cuenta de la diversidad en las aulas, instauró una pedagogía del miedo con policías irrumpiendo en las casas de estudiantes secundarios que participaban de la toma del colegio para recibir viandas de alimentos en buen estado, becas para fotocopias, libros y computadoras, docentes suplentes para cubrir las horas libres, recursos básicos para una educación de calidad.

ESCUCHÁ A VELASCO SOBRE LAS DECLARACIONES DE BENEGAS LYNCH

 

Macri impulsó este ideario de desprestigio y decadencia de la educación cuando fue presidente, habló de “Caer en la escuela pública” pero lo que realmente hizo fue dejar caer todo lo posible a la escuela pública, desfinanciando y vaciando programas como Conectar Igualdad. Pandemia y varias plagas más de por medio, lo que se hizo en educación en la recuperación del gobierno desde el campo nacional y popular fue insuficiente y bastante conservador. La mayor debilidad que hoy tenemos para resistir y construir alternativa al neoliberalismo de Milei es que el Estado que tenemos no sólo es muchas veces ineficiente sino que no es participativo, que la mayoría de la gente no lo siente como la casa común.

Milei resultó ser el mejor alumno de Macri y Acuña, también del menemismo que con las leyes de Transferencia, Federal y de Educación Superior en los 90 derivó sin fondos responsabilidades educativas a las provincias y desarmó la educación técnica para un país sin industria nacional. Milei está dispuesto a continuar ese camino neoliberal e ir más allá, sobre la base del malestar popular. No sólo dejar caer sino derrumbar, desaparecer a la escuela pública.

En sólo tres meses quitó el Fondo de Incentivo Docente (FONID) a las provincias con la pérdida del 20% del salario, redujo el presupuesto educativo y en particular del servicio alimentario escolar, congeló el presupuesto universitario dejando a centros de estudio al borde del cierre, inició el ciclo lectivo proponiendo macartismo, pornografía y bulling como ideario al alumnado, desmantela programas como Conectar Igualdad, Plan Nacional de Lectura, Plan ENIA de Prevención del Embarazo no intencional en la adolescencia, Educación Sexual Integral, Instituto Nacional de Formación Docente, propone modificar la Ley Nacional de Educación 26206 a lo Bolsonaro contra el “adoctrinamiento” que es una explícita censura a la libertad de cátedra, anuncia un voucher para financiar a las escuelas privadas.

Pero va más lejos, uno de sus voceros como es el diputado Benegas Lynch, plantea que los padres tengan la libertad de no mandar a sus hijos a la escuela para hacerlos trabajar. Explotación infantil en el mejor de los casos, porque no hay trabajo, y saben bien las familias que la escuela o el club es el mejor lugar para los chicos y chicas, para no ser un “ni ni” y pasar el tiempo en una esquina o en una pantalla con todos los peligros que acechan.

La educación pública obligatoria garantizada por el Estado es ley en Argentina desde el gobierno de Roca en 1884, hace 140 años, impulsada por Domingo Faustino Sarmiento y Juana Manso, que trabajó en la inclusión de las mujeres en la educación primaria gratuita y laica. Las políticas públicas sostenidas a través de distintos gobiernos lograron que en cincuenta años la Argentina tuviese las tasas más altas de escolarización y las más bajas de analfabetismo de Latinoamérica. Recién en 2006 con la Ley Nacional 26206 se extendió la obligatoriedad educativa a la educación inicial y secundaria. Así como muchos estudiantes secundarios son hoy la primer generación terciaria o universitaria de su familia, muchos otros no terminan el secundario, en el caso de las adolescentes la principal causa son las tareas de cuidado familiares y los embarazos no deseados (que el Plan ENIA y la ESI justamente disminuyeron en un 65%), en el caso de los varones la principal razón es que van a buscar algún trabajo o changa para ayudar económicamente a sus familias. Ante este problema con más de la mitad de nuestros pibes pobres que no pueden terminar la escuela la propuesta de los Milei es consolidar esa exclusión y pobreza como “libertad”.

¿Dónde está la libertad del hijo o la hija del jornalero, del obrero, de la costurera, de la empleada doméstica? No es libertad no poder seguir estudiando porque alguien nació en un hogar pobre simplemente porque no está pudiendo elegir nada. Es imprescindible que haya políticas activas efectivas que garanticen la inclusión en la escuela, con recursos pero también con proyecto pedagógico que incorpore intereses de los estudiantes y excelencia educativa para un proyecto de desarrollo nacional. No es libertad que el Estado no se haga cargo de brindar a todos la oportunidad de estudiar, progresar, tener con estudio un trabajo mejor para el bienestar de su familia y de la sociedad toda. El hijo del estanciero puede tener su profesora privada, la hija del peón si no puede estudiar en la escuela pública está más cerca de ser una sierva.

Una Argentina atrasada y profundamente desigual es la que quieren estos personajes nefastos, sin derechos de las niñeces y adolescencias ni de las mujeres trabajadoras que se ocupan de los cuidados cuando no hay escuela, sin salud para cuidarnos del dengue ni energía nuclear para desarrollar la industria nacional, un país con un 70% de pobres, patio trasero norteamericano. La educación como derecho y no como privilegio, en la resistencia de la comunidad educativa y en la construcción de lo inédito y transformador, es parte de este escenario en el que se debate qué país queremos ser.

Laura Velasco. Educadora, ex legisladora porteña UP, dirigenta de Somos Barrios de Pie.


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