La magnitud de la crisis en Juntos va cediendo día a día espacio en los medios opositores a favor de la nueva alianza derechista que busca llevar a Javier Milei a la presidencia, una operación compleja y cautelosa, porque el resultado del 22 de octubre representó también un revés durísimo para la estrategia informativa y de opinión que, durante semanas, no encontró ningún límite.
Tras el confesado escozor por el músculo electoral del peronismo, las opiniones y las aparentes “noticias” se deslizan hacia el candidato ultraderechista, en todo caso como el “menos peor”, es decir casi en los términos en que ampara su estrategia el ex presidente Macri.
Este lunes 30 Clarín tituló en portada: “Macri y Bullrich suman el apoyo de más diputados a la candidatura de Milei”. Es una afirmación, algo ya ha ocurrido, piensa el lector incauto, pero páginas adentro los hechos son diferentes: “Macri y Bullrich le prometieron a Milei nuevos apoyos”.
El deslizamiento se nota en otros malabares. El domingo, Morales Solá escribió en La Nación que es verdad que la nueva alianza política creada por Macri causó una crisis dentro del PRO y en la coalición con el radicalismo pero lo hizo, explica con talante comprensivo, porque teme que Massa abra un período de 20 años en el poder.
Macri y Bullrich, agrega, “están seguros” de que Massa va a copar la justicia y que ya demostró su “falta de límites” con el manejo de los recursos estatales. Y además no hay nafta. “¿Qué podría ser peor?”, pregunta tras cartón, en lo que es casi la entrega en mano de la boleta de Milei.
En Clarín, el jefe de redacción, Kirschbaum, aplicó una matriz idéntica, aunque con más habilidad y sin dejar que lo denuncie el fanatismo. Dice que Macri “piensa” que Massa intentará con su esposa, Malena Galmarini, un período de 20 años como el que querían, escribe, Néstor y Cristina Kirchner.
Tal vez escaldado por el fracaso del dispositivo mediático en la primera vuelta, el columnista se permite mencionar la “emboscada” que Macri armó para la reunión en la que consagró el apoyo a Milei. Y menciona expresamente algo que ya quedó a la vista: si Milei gana, Macri será el poder real en su gobierno. Si pierde, avisa, es el fin político para el ex presidente.
Incluye un toque suave de malicia: Macri teme que, con Massa en la presidencia, los tribunales de justicia no sean tan generosos con él, como viene ocurriendo en el período que ya termina. Kirschbaum no asume responsabilidad por la estocada, se la atribuye a fuentes cercanas al ex presidente. Como siempre, esas supuestas fuentes no tienen nombre ni apellido.
Esta cautela del jefe de redacción de Clarín contrasta con el espectáculo propagandístico montado en el canal de la misma empresa, cuando juntó el miércoles a los nuevos aliados para un abrazo televisado. A sus funciones múltiples Bonelli agregó la de maestro de ceremonias y jefe de protocolo: les dijo a Milei y Bullrich en qué lugar del estudio debían coincidir, los orientó para que quedaran alineados y pidió a sus colaboradores que en el momento preciso mostraran una placa que el ultraderechista había difundido por redes digitales horas antes, la del león y la patita. El toque desopilante lo puso Clarín al día siguiente, en una “crónica informativa” que sobre esa escena publicitaria dice que Milei y Bulrrich “no lo querían hacer, pero no pudieron impedirlo”.
Los despliegues para borrar en tiempo récord una posición muy incómoda, la de haber sido el instrumento principal de la campaña contra el peronismo, conviven con el esfuerzo por publicitar un giro político y hasta de personalidad del candidato opositor, que se dice apareció más controlado y sereno tras sus enojos en un reportaje televisivo. “El candidato libertario presentó un tono cauto y más tranquilo”, evaluó Clarín sobre un “reportaje” en el canal de La Nación.
En tanto, la falta de combustibles aparece como un gran servicio para que estos medios renueven motivaciones en contra del Gobierno y específicamente contra el ministro/candidato: el padecimiento en todo el país obtiene coberturas interminables y el oficialismo no tiene hasta ahora recursos para responder a una pregunta más que obvia: ¿cómo pudo pasar? ¿Cómo no lo vio venir, en plena campaña electoral?
Clarín buscó en particular una precisión sobre cuál será el voto del Fondo Monetario Internacional hacia la segunda vuelta. No obtuvo el resultado que, según parece, deseaba.
La redactora Lugones informó el miércoles 25 que “hay silencio oficial en los despachos del FMI”. ¿Qué hacemos? Pues imaginar, literalmente. Hay silencio, escribe, “pero no es difícil imaginar a los funcionarios involucrados en estado de conmoción” por el triunfo de Massa, que no cumple el programa pactado. Es un golpe revolucionario en la historia del periodismo: lo que no ocurre puede ser imaginado y, luego, publicado como noticia.
(Como había anticipado, esta es la última reseña. Gracias amigas y amigos).