FORO DE PERIODISTAS ADVIERTE LAS AMENAZAS CONTRA LIBRE EXPRESIÓN El Poder Político es el principal autor del amedrentamiento contra trabajadores/as de la prensa.-

Compartir este artículo

154 periodistas han sido las víctimas de estos ataques, que en general buscan acallar a voces disidentes, mantener ocultos temas de interés público. 126 agresores protagonizaron el total de casos y la mayoría provienen del poder político. El monitoreo realizado por la entidad nacional FOPEA -Foro de Periodistas Argentinos/as, indica que la libre expresión se va perdiendo en los medios del país. Tal lo indicado en el informe emitido por dicho foro. » La libertad de expresión y de prensa en Argentina es un bien precioso que comienza a tornarse precario.
El registro que cada año presenta el Monitoreo de Libertad de Expresión de FOPEA vuelve a marcar un crecimiento en las limitaciones que tuvieron periodistas de todo el país para llevar adelante su tarea en libertad.
Lejos del discurso comodín que habla de defensas corporativas, la situación se agrava y los mecanismos de defensa parecen reducirse.
Le toca a este equipo de socios-monitores fopeanos, periodistas voluntarios y comprometidos distribuidos en todo el país, llevar adelante un trabajo federal que muestra agresores variopintos y modos de ataque que se van reinventando.
Un dato, no menor: hace un año señalábamos en este mismo informe el incremento de los casos de narcocriminalidad que ponían en jaque a los colegas en particular de Rosario. Hoy estamos
viendo que esa situación se extiende en distintos lugares del país

El registro del año 2023 señala 117 situaciones de ataque a la libertad de expresión en Argentina. Esto representa UN CASO CADA TRES DÍAS.

Allí vemos un incremento significativo de 29 episodios con respecto al 2022 en un año marcado por elecciones en todo el país y reformas constitucionales provinciales. Y en el total de los ataques registrados más de la mitad, el 54,7% fue originado por el poder político y/o dirigencial. Tendencia que seguimos viendo inclusive con una notable intensidad, en el camino que transitamos hasta este 3 de mayo del 2024.-

Funcionarios públicos de todos los niveles jurisdiccionales y jerarquías y de diversas afiliaciones partidarias, así como dirigentes políticos y sindicales, agredieron al periodismo.
Vale destacar como casos puntuales la expresión de Alberto Fernández señalando que “hay un abuso desmedido de la libertad de prensa” o el cierre del año con la asunción del presidente Javier Milei y la jura de los ministros a puertas cerradas impidiendo la cobertura periodística de un evento institucional.

La antesala de una realidad que hasta estas horas nos resulta preocupante y comienza a nutrir el registro del año 2024.

En paralelo, observamos que gobernantes aprovechan las redes sociales y las transforman en tribunas públicas para, con frecuencia, estigmatizar a periodistas críticos al etiquetarlos como adversarios o enemigos. Una práctica que solo sirve para fomentar el clima de violencia.

Todo esto sucede mientras redacciones enteras están dando batalla para mejorar sus narrativas, incorporar tecnología y nuevas habilidades, preservar periodismo, valorar la mediación humana en la información y sumarle alma a la inteligencia artificial que ya está entre nosotros.

Todo jaquea a periodistas que son parte de medios de distintas escalas en todo el país e inclusive los cada vez más frecuentes free lance, que siguen buscando historias próximas, muchas que
no distan de su estado de inestabilidad en el empleo, bajos salarios, falta de acceso a derechos laborales básicos, y a menudo, a la necesidad de trabajar en condiciones lejos de lo ideal.

Sin duda esta realidad tiene implicancias directas e indirectas en la libertad de expresión.

La primera y probablemente la más dolorosa es la autocensura. Los periodistas que trabajan en condiciones precarias pueden sentirse disuadidos de investigar o publicar historias que podrían ser percibidas como controvertidas por sus empleadores o por poderosos actores externos. A ello se suma la sobrecarga de trabajo que también tiene incidencia directa en la calidad de la información. La falta de recursos, tiempo y energía afecta la investigación esencial en cualquier trabajo periodístico y puede derivar en la dependencia de fuentes oficiales o en la reproducción de contenido de baja calidad. Ni hablar del clickbait, la captura del click fácil. Otra vez: la disminuida diversidad de voces va de la mano de la reducción de perspectivas y la homogeneización del mensaje.

Es importante en este contexto un dato que se reitera en los registros de nuestro monitoreo y está ligado a las amenazas legales de sectores de poder incomodados por las publicaciones. El temor que genera esta posibilidad puede disuadir la investigación de temas sensibles.

Tal cual lo expresó el ex presidente de FOPEA, Fabio Ladetto, en el libro editado por nuestro foro y la Fundación Konrad Adenauer “Periodismo cercan(d)o” en el año 2015: “El aporte del periodismo a la democracia se resquebraja cuando alguien debe pensar dos veces cuál es el costo personal de cumplir con su rol social de cubrir una noticia”


Compartir este artículo

Deja un comentario