El respeto a la vida y al dolor de la familia de la niña fallecida hoy por la tarde en la ciudad de Santiago del Estero durante una caravana “política”, impone discreción y silencio.
Pero la indignación que provoca la impunidad produce el dolor compasivo que se expresa en repudio, llamado, exigencia. ¿Hasta cuándo?
https://infopais.com.ar/matan-a-una-nena-en-una-caravana-de-gerardo-zamora-en-santiago-del-estero/
Cuando en nombre de la política y de la democracia se impone un discurso único que arrasa libertades, conciencias, sueños, posibilidades en aras de la eternización en el poder; Cuando se manipulan pertenencias fingidas ante obsecuentes incapaces de liderar a un pueblo sitiado por la necesidad y la avaricia.
Los muertos siempre son del mismo lado. Los y las pobres. Los y las que tienen que aplaudir discursos tan vacíos como autoritarios que sólo generan frustración. Los y las que deben salir e “festejar” ¿A quién? ¿Qué “triunfo” hay que festejar como si fuese un mundial de fútbol? La irracionalidad confunde derecho de expresión con caos al servicio de la manipulación descarada para “mostrar” que el poder puede todo, sin límites.
Necesitamos una democracia que asegure libertad y justicia y todo lo demás “vendrá por añadidura”.
El dolor, el desconsuelo de esa familia, nos interpela a todos. Primero a los responsables políticos de la “caravana”, al oficialismo, a la oposición, a la sociedad. Como cristianos, como humanos tenemos que preguntarnos ¿Cómo llegamos a esto? ¿Dónde hemos perdido la humanidad? ¿Cómo encontraremos las respuestas?