La condena a CFK, los desafíos nacionales del movimiento popular Frente a la condena se han confirmado movilizaciones en todo el país

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Por «Ali» Eric Peralta

No tengo dudas que a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) la condenan por lo que hizo bien, por lo que al movimiento nacional no le queda más que cerrar filas y de cara a nuestra Patria resolver transitar en la más amplia unidad de acción este nuevo tramo oscuro de la realidad nacional.

Jamás la descarada intervención de los enemigos, ni la digitación de los halcones de la Corte Suprema deberían poder imponer las coordenadas sobre el rumbo que debiera adoptarse.

Frente a la condena se han confirmado movilizaciones en todo el país y una gran concentración en los tribunales para este miércoles 18 de junio, dos días después que se conmemoraron en nuestro país 70 años de lo que fuera el terrorismo de los bombardeos a Plaza de Mayo de aquel nefasto 16 de junio de 1955.

La reacción confirma un liderazgo que indudablemente sigue siendo el de mayor relevancia en el movimiento nacional, ahora bien, para quienes han planteado un paro por tiempo indeterminado frente a la condena, uno se pregunta: ¿no eran suficientes la ley bases, la reforma laboral, el desmantelamiento del estado, los organismos de control, etcétera, para parar toda la Argentina y llamar a la movilización en cada rincón de nuestra Patria?

Indudablemente la decisión de los poderes vernáculos ha sido ir a fondo contra la dos veces presidente y vicepresidente de los argentinos, pero hay que ver cómo evoluciona la confluencia y disposición de lucha de los distintos sectores que rodean a la principal dirigente de la oposición.

Porque todo el mundo calcula sus movimientos, que hacer y en que condiciones, con que intensidad, etcétera, en buena medida lo decidido por la Corte ha generado un estado de alerta y movilización, con una reaccion de CFK, que de momento ha estado muy por encima de la generada por el propio movimiento, dadas las orientaciones estratégicas de CFK que parecieran no entenderse aún del todo por quienes condenan con razón el accionar de los halcones y la orden de las embajadas.

Ciertamente uno podría sostener sin temor a equivocarse que no hay que dejarse llevar por los incendiarios que nunca incendiaron nada y entregaron todo a cambio de un kiosco o un cargo, los mismos que frente al intento de magnicidio cuando gatillaron en su cabeza no hicieron nada.

Inacción o moderación que debe resolverse para adelante en el nuevo contexto frente a la ofensiva del campo enemigo poniendo como coordenadas lo que la misma CFK ha sostenido en sus últimas intervenciones una vez confirmada la condena, ejes para la organización de la resistencia como así también para la identificación de los movimientos de las estructuras del poder real que interviene en la Argentina, que la militancia no entiende o no expresa mayor interés en asimilar.

Entre lo manifestado en los últimos días por Cristina Fernández está lo que ya se ha dicho en exactamente los mismos términos por quienes sostenemos que el gobierno de Milei va al colapso, y que su reemplazo busca hacerse por quienes rechazan cualquier sesgo de soberanía que busquen afirmar los actores más consecuentes que promueven una verdadera articulación con los sectores populares y su necesario protagonismo.

Fernández esbozó dos cosas muy importantes y de profundidad estratégica, por un lado sostuvo que «no hay solución para el país con esta política y lo saben. Por eso apuntan a que cuando esto se caiga después de las elecciones, no haya una alternativa organizada en el país, no haya liderazgos que puedan conducir un proceso político que va a ser difícil, y que requiere patriotismo y también coraje, para plantarse frente a los que hay que decirles que no».

«Hay que decirles que no» remarcó. El primer punto de esto, va enlazado con otra cosa que dijo CFK: «en realidad, lo que se está preparando es como desarmar o desarticular la posible organización popular y política que necesariamente se va a producir (…) Este gobierno cachivache va a fracasar, seguramente piensen (el establishment, no el gobierno -aclaración mía-) que cuando esto fracase no haya nada organizado de manera tal que puedan digitar qué lo sustituya, y que sea algo que no ponga en riesgo las ingentes ganancias de estos grupos hegemónicos».

Cristina Fernández es clarificadora, sobre los límites y desafíos, las capacidades y necesidades a resolver en unidad y disputa desde el campo nacional, siendo exactamente la misma lectura sobre la que estamos particularmente insistiendo y advirtiendo desde esta columna: la principal alternativa al gobierno hoy es el establishment, que prepara un «frente con todos» ampliado al radicalismo, la Coalicion Cívica y parte del PRO, las embajadas, el poder judicial, fuerzas de seguridad, centrales obreras, patronales, entre otros, de ese gran combo que desde hace un buen tiempo se prepara para maniobrar sin mayores sobresaltos hacia lo que sea un nuevo gobierno del establishment nativo que gestione la crisis buscando negociar su reposicionamiento una vez eyectado el experimento libertario promovido por el capital financiero trasnacional sionista.

Por esa transacción entre el establishment y capital financiero es que buscan evitar que ese amplio frente opositor tenga contenido popular, o influencia popular capaz de poner en cuestión el rumbo político, económico, institucional y estratégico, horadar a CFK o al gobernador bonaerense Axel Kicillof, es justamente eso, horadar las únicas interlocuciones con las fuerzas populares en el marco de ese amplio frente de manera de «proscribir» en los hechos, la acción política del pueblo, controlando la salida política al fracaso de este gobierno nacional.

Es lo mismo que intentaron hacer (fracasando) en 2002, pero en ese momento, un movimiento popular muy fuerte y en resistencia ascendente, los desbordó y forzó el fin de ese experimento del establishment, provocando la entrada de Nestor Kirchner y la irrupción de un nuevo proceso político para la Argentina que les arrebato la iniciativa estratégica por algo más de una década.

Eso en términos de diagnóstico del proceso político, pero también uno comparte con CFK la mirada estratégica: cuando sostiene efusivamente que «el próximo gobierno nacional y popular para no ser un fracaso, va a exigir patriotismo y coraje». Porque a ojos vista el próximo gobierno nacional y popular que quiera mantener ese carácter se va a enfrentar a la amenaza de la desestabilización y el conflicto promovido por los sectores del poder vernáculo. Y para eso va a necesitar dos cosas: patriotismo para sostener la unidad nacional y enfrentar la amenaza externa, así como coraje para derrotar la desestabilización interna y enfrentar la presión externa.

Pero ciertamente, como papa caliente, es precisamente ese planteo de fondo el que no quiso asumirse en el 2019, porque en definitiva es asumir el liderazgo y responsabilidad de esa confrontación. Aunque hay señales importantes en la misma linea estratégica que se debiera restablecer, una pulseada que se planteaba en la última gestión de CFK era la entrada de empresas extranjeras en los términos y necesidades que Argentina debe imponer, obras y desarrollo que deben ser siempre en clave soberana y en profundización de la independencia económica, generando trabajo para los argentinos, con transferencia tecnológica, etcétera, teniendo como coordenadas que lo principal es defender el interes nacional. Algo de eso se escucha con perspectiva de una reorientación soberana y tercerista en el marco de salir de la dependencia de EEUU y acercarse a los BRICS.

Si hay en las orientaciones de CFK una reelaboración estratégica que se va dando a conocer, enhorabuena, y en ánimo de combatir la apatía y desmovilización, es necesario advertir que todo lo que se haga fuera de un plan va a ser inútil e irrelevante, porque no hay autoactividad de las masas.

La condena a Cristina Fernández, es un final anunciado tras años de perversa persecución política, mediática y judicial, consagrando una auténtica infamia, un nuevo capítulo en la larga historia de ataques al peronismo y a quienes se atrevieron a transformar la Argentina en favor de las mayorías.

Durante el gobierno de Macri se montó un sistema de espionaje ilegal, se armaron causas y se manipularon pruebas para perseguir no solo a CFK y su familia, también lo hicieron con muchos otros. El lawfare y la estigmatización del campo popular se convirtieron en políticas de Estado. Milei lo aprovechó como plataforma para llegar al gobierno, y hoy lo explota desde la gestión.

Frente a esto último, algo que ya hemos dicho, y lo sostenemos como parte integral de un cuerpo de medidas para la afirmación cierta de cualquier Proyecto Nacional: no hay soberanía real y efectiva sin nacionalización de las fuerzas armadas, de seguridad, inteligencia, y la misma justicia, instrumentos de los que el enemigo se aprovecha para avanzar a como dé lugar sobre nosotros.

La conducción y su gestión con visión de futuro es la clave para la sobrevivencia en un escenario perturbador, un estado o situación adversos. Una conducción que sea sostenible en la etapa de resistencia solo es posible si se comprende el carácter de la crisis antes de que ocurra el desmoronamiento, desarrollando anticipadamente y también sobre la marcha las capacidades para lidiar con la crisis y sus implicancias profundas en todos los órdenes. La previsión en la conducción es un elemento clave de la resiliencia de las organizaciones , facilitando la generación de cuadros dirigenciales que construyan, desarrollen, y sostengan el proyecto político con sentido de pertenencia desde la resistencia y no solo en los momentos de auge, siempre en relación a las dinámicas y anhelos del movimiento popular nacional en su conjunto.

*Director en Jujuy de la Academia del Pensamiento Estratégico (APE)


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