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SALTA: «LOS AUTORES DE LA DESGRACIA INDÍGENA»

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Si está lejos no es real. La premisa es una práctica constante para los gobiernos, pues la población rural parece carecer de derechos y de ciudadanía porque el elector capitalino no lo percibe.

Las problemáticas graves como escasez, el no acceso a servicios públicos básicos e irremplazables, el no acceso a cuestiones humanitarias como alimentos, viviendas, salud, educación, seguridad, etc. No se exponen pues los muertos, las víctimas, lo injusto, lo fétido de la manipulación queda bajo la alfombra del Poder.

Un senador aprueba un presupuesto público, acciona, negocia, manipula cantidades, recursos estatales, voluntades políticas y bancas electorales, en concordancia con sus ambiciones y subsumido a la dirigencia que lo controla. Es cómo se inicia una cadena de responsabilidades que pocas veces, en la prensa, se explica.

Una funcionaria, en este caso a cargo de un Ministerio, acomoda los fondos, tramita cosas como alimentos y reduce el tamaño, las cantidades, las calidades de los mismos pues para ella el trabajo que realiza es más que suficiente para la “nada” a la que los pobres están acostumbrados. Más importante se le hace continuar amañada a un cargo, a un sueldo de lujo, a la fama del partidismo, a ser vista como líder, mientras infancias, congéneres, ancianidades mueren -literalmente- por hambre.

Un puntero político se vale de una amistad con el Gobernante de turno, sube, baja órdenes, se mete en las zonas inhóspitas cada tanto, observa la más horrorosa cara de la miseria. Animales escuálidos, seres humanos irreconocibles, lacerados por los estragos de la deshidratación en aquellos que fueron cuerpos, alguna vez. Mira y niega. Niega y se cree la mentira de considerar que está apto para referirse a sí mismo como un operador de los “Asuntos Indígenas”. Reducen el maltrato, el crimen cotidiano sobre los derechos humanos, a meros “ASUNTOS” y entonces, como GOBERNANTES destina la suma de PESOS OCHENTA por Indígena en el Chacosalteño. ¿Cuánto queda en el camino? Millones.

Total… a quién le llegará que esos “muertos vivos” caminan apenas para agarrar una bolsita con algunos pocos alimentos. Allá, lejos de toda posibilidad de tener un trabajo, un salario, un poco de vida digna. ¿Humana? No. Eso allá no es humanidad.

 

Los palos son cimientos de una tapera de bolsas negras en medio de la nada. La tierra se tapa con harapos y eso sirve a perros famélicos y a niños escuálidos como camastros.

Los bebés, nacen y mueren, en el mismo momento. Madura el wichí parido con tanto dolor que mueren para volverse alimento de las bestias. Pero no de los animales famélicos, sino de los -pretensos- humanos que aprueban un presupuesto de PESOS OCHENTA POR INDIO, arman unas bolsitas con pocos alimentos, reparten la miseria entre “favoritos”, alejan los derechos y reducen a meros “ASUNTOS” a los Pueblos Originarios.

Algo, todo, está mal en Salta. Lejos de todo, la que pierde el ahicito y condena a sus propios hijos es hijas como si fuera un error, una vergüenza, no ser delincuente.


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