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LA OPOSICIÓN MEDIÁTICA ABRIÓ LA CAMPAÑA CONTRA MASSA (Reseña de Hugo Muleiro).

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La publicación una y otra vez de la historia de Sergio Massa como opositor al kirchnerismo, expresiones sombrías sobre relaciones con algunos empresarios y la afirmación según la cual la tendencia a la baja de la inflación se revertirá en julio componen los primeros ataques editoriales al ministro de Economía desde que se anunció el acuerdo que lo lleva a la precandidatura presidencial.

La fórmula de Unión por Todos forzó el retiro abrupto de la hipótesis del oficialismo fuera de la segunda vuelta, una ilusión con la que se habían deleitado varios y varias columnistas. Más aún, ingresó a estas páginas una admisión indirecta de la posibilidad de derrota de la derecha, por vía de imaginar qué hará Massa con el kirchnerismo y en particular con Cristina Kirchner si gana en octubre.

Así como el acuerdo oficialista creó incomodidad y forzó definiciones tormentosas entre dirigentes de Juntos por el Cambio, también en la prensa opositora hay oscilaciones y hasta algunas líneas editoriales diferenciadas y contradictorias.

El acuerdo fue anunciado hasta el fin de semana pasado como evidencia de la “derrota” y el “fracaso” de Cristina Kirchner, ubicada a toda velocidad como privada de capacidad de influencia en el peronismo, junto con frases como “supuesta unidad”, por Van der Kooy en Clarín, o “unidad mentirosa” por Pagni en La Nación

Pero, de un día para el otro, la dirigente “vencida” volvió a ser puesta como quien decide y ordena, como lamentó un título de tapa de Clarín: “En fila para visitar a Cristina en el Senado”, más “Un abrazo en obediencia a Cristina”, por la recepción de Massa a Scioli. En La Nación, Jacquelin habló de “sobreactuación” del ministro.

Esta incomodidad editorial no impidió ciertas maniobras de coordinación. La Nación recurrió a un economista que dijo que la tendencia a la baja de la inflación en mayo y junio no se extenderá a julio. Al día siguiente, Clarín hizo lo mismo y postuló: “Los aumentos volverán a golpear los bolsillos”. La Nación repitió la esperanza electoral de aceleración inflacionaria en julio en la tapa del lunes 3.

Con los mismos propósitos, los acuerdos sobre precios de algunos rubros fueron tachados de “electoralistas”. Y el pago al FMI, tituló Clarín, se hizo “para evitar el default”. Se paga, quiere explicar el título copiando a Les Luthiers, porque de no hacerlo habría sido un no pago. En suma, un recurso estúpido para poner en juego el fantasma del default.

Las amistades empresariales de Massa están en la mira de los tanques editoriales. Pagni puso énfasis en Manzano y Vila, a quienes da por beneficiados en Edesur por los ajustes tarifarios. También los nombró Morales Solá, catalogándolos como “beneficiarios de sus políticas”. Es que Massa, escribió, propone un “capitalismo chabacano”, una categoría que terminará por enloquecer a los economistas.

En la misma línea, el lunes 3 Clarín dio con un empresario que dice estar al servicio de Milei en Tigre y que acusó a Malena Galmarini de exigirle lugares en su lista.

El choque estruendoso entre Rodríguez Larreta y la Pata Bullrich llegó a estar en la portada en Clarín, que parece haber asumido que no podía ocultarlo, pero La Nación le quitó toda visibilidad, con una columnita irrisoria en la página 13 de la edición del jueves. En las columnas hay reproches por este hecho, pero ante la puja ante ambos candidatos derechistas la balanza se inclina por Bullrich.

Por ejemplo, en Clarín el redactor Paladini se preguntó “cuál es la ganancia” del cuestionamiento del alcalde a su padre político, Macri, de quien fue che pibe durante tantos años, al hablar del “fracaso” de la estrategia de confrontación. “Otro error” de Larreta, escribió Jacquelin en La Nación.

Morales Solá posa el domingo de equidistante, y les reprocha a ambos dirigentes estar “sordos” ante “la gente”. Pero después se inclina por la precandidata, porque es “más disruptiva ante corporaciones” empresarias y sindicales.

Larreta, según Rodríguez Yebra, de La Nación, quería presentarse como dialoguista y componedor, pero la candidatura de Massa le disputa ese perfil y por eso le viene bien tener a su lado al emperador jujeño Morales y sus dotes de represor ilegal. No obstante, avisa, Bullrich usará en la campaña la “amistad” del alcalde con el ministro.

Tal vez anticipando títulos para el lunes 14 de agosto, Morales Solá escribió que el resultado de las PASO “podría no significar nada”, si se dan en este orden de candidatos individuales: Massa, Bullrich, Larreta, Milei. Parece que el título de ese día sumará los votos de la derecha para dar al oficialismo como derrotado.

Las notas del domingo anticipan que ambos postulantes de Juntos se enfocarán mucho en el Conurbano con un discurso que insistirá en el índice inflacionario, pero también en la seguridad: parece que se vienen varias tapas y horas y horas de transmisión televisiva de los hechos de inseguridad, que servirá para horadar al gobernador Kicillof. Clarín lo puso en práctica el lunes 3, con un juez y su custodio que mataron en Quilmes a dos presuntos asaltantes.

Y si al final gana Massa, ya está el anuncio de próximos desastres. Kirschbaum, el jefe de redacción de Clarín, publicó el domingo que la candidatura del ministro cayó bien en ambientes estadounidenses aunque con reparos, porque es “el candidato de Cristina Kirchner”. Y “una fuente” de la querida Embajada le susurró que es probable que Massa desconozca acuerdos con el kirchnerismo, hasta llegar a “la traición”.

Son palabras que hasta pueden ser consideradas amables, si se lee a Morales Solá y su meticulosa representación del instinto sanguinario de la derecha argentina: “Ella” está “convencida de la derrota”, porque de otra manera no habría aceptado la candidatura de alguien “decidido a decapitarla”.


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