Gerardo Morales y su par mendocino Rodolfo Suárez, han omitido a sus administraciones provinciales, el acatar la disposición presidencial del feriado en el contexto del magnicidio que intentó Sabag Montiel en contra de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
No es política la postura adoptada por los dos gobernadores, es misoginia y se encuentra en ese ejercicio de la violencia de género que hacen desde lo que consideran «poder» y un modo de desestimar el hecho grave acaecido en Recoleta en la noche del jueves, cuando la vicepresidenta de la Nación regresaba a su domicilio particular.
Morales, quien arbitró los lawfare en la mansillada justicia norteña, arremete con una actitud nula en humanitarismo, con total uso del fascismo que lo particulariza y siempre en uso total de una violencia de género de índole política en contra de toda mujer que tenga dirigencia en espacios contrarios a la derecha ultraconservadora con la que él se identifica. En el mismo sentido Suárez, desde una Mendoza del maltrato, imita la conducta que es propia de quienes instalan mensajes de odios desde JxC.
No extraña la decisión de Morales en la provincia que encabeza la lista de distritos urbanos en el país con mayor porcentaje de casos por violencia de género. Antes más bien, permite comprender por qué lideran un ranking como ese, pues la cabeza de la gobernación demuestra la ideología que marca sus acciones y por ende, también, sus inacciones.