Un 70% del electorado argentino fue víctima directa del peor Fraude Electoral en la historia del país.
El domingo 13 de agosto pasado, el líder del espacio político denominado Libertarios, Javier Milei, logró cooptar a un 30 % del electorado argentino habilitado para votar en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias.
Son interminables los razonamientos, interpretaciones y opiniones del resultado Electoral en esta etapa con las primarias, pero quedan preguntas muy sencillas, aunque difíciles a la vez, para explicar cómo caímos en este proceso de fraude.
La especifica definición de fraude electoral se refiere al recurso de acciones encubiertas para alterar los resultados electorales, con lo que se esclarecen las razones por las cuales los estudios académicos sobre el tema no abundan.
Nadie que haya adulterado las urnas querrá dejar un rastro de pruebas incriminatorias. Asimismo, el fraude, constituye un difícil objeto de estudio para los científicos sociales porque las fuentes más copiosas para acometer la tarea, ya sea de testimonios o denuncias partidistas de juegos electorales, no son «objetivos». Pero esos obstáculos no son insuperables; de hecho, una vez reconocida la existencia de importantes áreas del quehacer humano que suelen escapar a la mirada del científico social y sin embargo, se les estudia (por ejemplo: la criminalidad y la sexualidad en la política), no hay razón para suponer que el fraude es empíricamente inextricable.
Como también, las consecuencias o la magnitud y las causas del fraude electoral. Las obras en las que se evalúa el papel del fraude electoral en la política van desde afirmaciones que éste es un acontecimiento aislado y aleatorio, hasta afirmaciones de manipulación rampante de votos. Es indispensable entender, el alcance del fraude para decidir si amerita una atención de análisis sistemático, y posteriormente, se examina el puñado de explicaciones que incluyen conjeturas del por qué y el cómo del fraude. Por último, se clasifican las hipótesis acerca de sus causas.
El Fraude de Milei
La inmoralidad en todo su esplendor al ocultar vilmente un objetivo vitalicio de gestión con la promesa de ser la panacea de los argentinos.
Hay una línea muy delgada entre el fraude y la presión política. Por citar un ejemplo particularmente palmario, los terratenientes no son culpables de fraude electoral cuando todos sus peones y criados votan por su partido.
“Más allá de la posibilidad de que se haya engañado a los campesinos para que votaran a favor del partido del terrateniente o que su motivación haya sido evitar las represalias por votar en contra de su empleador, estos actos no son fraudulentos, aunque sean moralmente reprobables. Aun cuando pudiera demostrarse que los peones y criados votaron en contra de sus propios intereses, el hecho no podría calificarse como fraudulento a menos que se haya violado una ley.”
Así, además de tratarse de un acto que se oculta y puede afectar los resultados de la elección, hay fraude cuando se viola la ley. De hecho, los partidos hacen lo indecible por actuar «en lo oscurito», antes o durante los comicios, precisamente porque están obrando mal.
Se aprovechan de la maquinaria legal del proceso electoral para robarse una elección que no creen ser capaces de ganar limpiamente. Una ventaja clave de la concepción legalista del fraude es que permite evaluar dónde se encuentra la frontera entre lo aceptable y lo inaceptable en la política.
“En efecto, los etnógrafos del fraude electoral necesitan yuxtaponer lo que ciudadanos y partidos consideran moralmente reprobable con lo que es legalmente posible a fin de entender por qué, en determinados lugares y momentos, numerosas actividades dejan de considerarse apropiadas para ganar una elección.”
Las fuentes de demostración de un fraude son en principio «objetivas», es decir, no obedecen a una inspiración partidista aun cuando, como todas las fuentes, son reflejos imperfectos de la realidad. En virtud de tantas posibilidades de demostraciones diremos que el acto sufrió «alquimia electoral».
Los informes de la sociedad civil organizada constituyen después de acumulación de datos del elector y su psicología última la principal fuente de conexión con la actualidad de la sociedad y juegan con hechos concretos que generalmente son de financiamiento nacional en servicio de un objetivo, la pobreza, con ello, desplazan a los partidos políticos dejándolos como simples observadores.
“Milei estudió cada detalle de lo explicado y descubrió un lenguaje de lo cotidiano que lo transformó en el pensamiento de muchos.”
De este modo logró una directa intervención ilícita de un proceso electoral con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales ya sea aumentando su caudal de votos o, disminuyendo las de los candidatos rivales, o ambas, pero mediante un ardid que involucra como eje principal la manipulación permitida por pocos en desmedro de todos.
La situación del fraude se determina mediante la denuncia legal o pública de un hecho acción o estrategia encubierta que se oculta sistemáticamente para lograr un objetivo.
A Javier Milei lo traicionó su propia verborragia, gritó a los 4 puntos cardinales del país que su plan, proyecto, o planificación de gestión presidencial para Argentina demorará 35 años.
Toda interpretación o debate de lo expresado públicamente, sin control de libretos, no es justificación de parte, es Confesión de un delito, engañar para obtener de modo legal constitucional y democrático, la PERPETUIDAD en Argentina.
De tal manera es definitivamente expreso que la base del poder debe ser estrictamente limitada en todo aspecto y romper con cualquier sistemática promesa de perpetuación oculta.