Rompieron el orden y se sublevaron, exigen recomposición salarial armados y violentos, encubiertos y en minoría intentan tapar la maniobra delictiva política que lleva 4 días.
Una gran mezcla y conocimientos en alquimia Política para atentatar , con apoyo de los servicios de inteligencia del gobierno anterior en la provincia de Buenos Aires que tuvieron vida en épocas del “hada buena” quedó expuesto como pilar de lis disturbios y actos delictivos creando una mera demostración, de las heridas que les dejó la derrota electoral.
Fue otra jornada larga para el gobernador Axel Kicillof en medio del reclamo de una minoría policial. El mandatario optó por mantenerse lejos de las contestaciones públicas que pedían los y las manifestantes de la sublevada fuerza y decidió sostenerse sobre los anuncios del plan integral de seguridad, con la perfecta coordinación de búsqueda de soluciones que el Pte. Alberto Fernández anunció, al referirse de darle un punto más de coparticipación al Estado bonaerense. En este escenario firme y de pasos medidos, la Gobernación Bonaerense, se perfila a colocarle final al conflicto aunque resta una tarea difícil: la reconstrucción del mando de la fuerza policial que quedó totalmente rota, tras la sublevación de la bases policiales fogoneadas por agentes retirados que responden en su mayoría a los partidos políticos del gobierno Cambiemos.
Todos desconfían de todos en el mundo PRO Cambiemos, Es el dato evidente que surge al analizar cada una de las (al menos) cuatro causas más importantes, en las que se investiga espionaje político: una causa en La Plata con ADN Vidalista; dos expedientes en Lomas de Zamora con pátina de Macrismo explícito en maridaje con Vidalismo ortodoxo y otra trama en Comodoro Py.
Todas unidas por un hilo conductor: espiar a rivales políticos de los ámbitos nacional, provincial y hasta municipal.
La investigación de la causa de Lomas de Zamora y la que instruyen en la justicia bonaerense revelaron datos escalofriantes por prácticas de tráfico de información del ámbito privado para fines políticos. Los expedientes, están siendo exhaustivamente controlados para determinar los puntos de contactos que los relacionen, y hasta el momento en los juzgados emerge la figura de muchos exfuncionarios de Cambiemos, como así también la de un halcón macrista: el exministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo…
En el legajo federal, figuran cientos de hechos ente los más visibles, el del ex intendente de La Plata Pablo Bruera, que denunció la existencia de una base ilegal de inteligencia en la capital provincial denominada “Base 8”, dejando a las claras que e trataría de un grupo parapolicial destinado a infiltrarse en manifestaciones para generar disturbios y en espacios políticos, sindicales o movimientos sociales, para obtener información privada de esos espacios de la vida pública.
Durante la gestión de todos los funcionarios implicados e investigados se observa que con la gestión de Ritondo se produjeron hechos de violencia inusitada e inexplicables en Buenos Aires, que hasta la fecha no fueron esclarecidos. Dos atentados a la sede del Partido Justicialista de La Plata; tres amenazas de bomba en el ministerio de Seguridad provincial, el ingreso de dos policías al despacho de Vidal donde revolvieron todo; la aparición de un cartucho de escopeta en el garaje de una propiedad de la exgobernadora y la carta de amenaza de muerte que recibió junto a Macri, un llamado al 911 advirtió que iban a “reventar” el edificio de la Gobernación. Luego hubo un nuevo llamado al 911 y se contabilizaron de manera oficial tres “advertencias”. La mayoría de estos hechos que desde Cambiemos filtraban a sus medios de comunicación aliados siguen sin esclarecerse. Todos, con aroma a mano de obra intensiva de sus mismos servicios de inteligencia (Sublevados Retirados) haciendo horas extras.-
Otro de los hechos que generó conmoción y sigue sin esclarecerse fue el incendio de dos autos frente al ministerio de Seguridad. Solo se confirmó que se utilizó un artefacto incendiario compuesto por combustible y pólvora. El hecho fue el 24 de agosto de 2017, once días después del triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones primarias donde estrenó el sello de Unidad Ciudadana. La explosión de los coches fue el corolario de una jornada caliente de marchas y reclamos en la capital bonaerense.
Las primeras versiones de la justicia apuntaron a un grupo de anarquistas, pero nunca se comprobó siquiera su existencia. Las agresiones se dieron luego de una marcha en La Plata en la que se reclamó la aparición con vida de Santiago Maldonado, el joven hallado muerto en un río de Chubut tras una violenta represión y persecución por parte de Gendarmería.
Esa misma noche también se registraron daños en el Anexo de la Cámara de Senadores bonaerense. A través de una de las ventanas arrojaron una bomba molotov que provocó un principio de incendio que fue apagado por personal de seguridad privada del lugar, habían alcanzado a cerrar las puertas minutos antes. En el edificio realizaron diversas pintadas, entre las que escribieron “(Patricia) Bullrich responsable” y “Yuta Cómplice” una excelente coartada para que hasta la fecha no se conozca el esclarecimiento.
La falta de respuestas oficiales a tantos casos extraños le dan musculatura a la hipótesis que sostiene que, la increíble similitud de acciones con métodos de distracción y planificación como la sedición manifiesta de los policías retirados, son una realidad, en palabras claras, se trata de hechos de contrainteligencia generados por grupos de choques (topos, espías, ex policías y policías en servicio, fisgones), especialistas en sembrar caos para el beneficio de la oposición derrotada democráticamente o al servicio de la gestión del gobierno anterior, que en muchos casos se vendió al público como ataques, reacciones a la lucha contra la mafia, el delito y los narcotraficantes, socios durante 4 largos años.
Esas maniobras parecen tener su génesis en las sombras de las fuerzas de seguridad, (la Bonaerense) dónde conviven agentes preparados para todo tipo de operaciones psicológicas que luego son amplificadas por los medios de comunicación aliados de la oposición.
ASUNTOS INTERNOS
Mientras la justicia sigue sin esclarecer los delitos, la causa de espionaje, en suelo bonaerense avanza sin prisa pero sin pausa. Recordemos que una gran parte ésto comenzó con la denuncia de un ex comisario (Retirado) que derivó en una auto redada judicial a la sede de Asuntos Internos de la Policía Bonaerense. Allí se secuestró evidencia que da cuenta de espionaje a intendentes, dirigentes políticos, movimientos sociales, exjueces, diputados, senadores y hasta integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires.
La gran cantidad de expedientes que esperan esclarecimiento desde hace más de un año y por el volumen de los cuerpos, más documentaciónes secuestradas, datos obtenidos y demás, no parece razonable desestimar la duda de que todo tiene que ver con todo y todos. La talla y el calibre de las personas y empresas espiadas dan a entender que detrás de estos casos y más, existe una mano mayor que movía los hilos durante la gestión Cambiemos con otra finalidad, la misma que planifico la juntada de ex policías, obviamente no contaban con la derrota electoral.
En varias investigaciones de listados de objetivos se obtuvo amplía información patrimonial. Una de las misiones de Asuntos Internos era controlar el crecimiento patrimonial de los integrantes de la fuerza para detectar posibles casos de enriquecimientos ilícitos. Hasta allí, nada que objetar. Pero, para qué buscaron información financiera de empresas privadas, colegios profesionales, organismos públicos o políticos opositores, movimientos sociales., una respuesta que durará en conocerse.
La actualidad es más escalofriante, pero no deja ser una sensación, el fracaso del intento de agitar al pueblo a sumarse a este levantamiento armado encubierto en reclamo salarial policial, terminó exponiendo a los políticos opositores , como cómplices del deseo de desestabilizar, cada uno se expresó en redes tirando nafta al fuego sin lograr nada más que mostrar lo que piensan y desnudándolos como socio cómplices de atentar contra el orden democrático.
El pueblo continúa la lucha contra el covid, con el dato cierto de quienes son responsables de la nueva ola de infectados que se avecina, pero con la convicción de lealtad a la democracia.